Pepe Bravo y Mariló

Pepe Bravo es mucho más que el fundador de La Casa de Acogida que lleva su nombre. “Es un ejemplo para todos los que colaboramos de un modo u otro con La Casa de Acogida que aspira a reflejar los valores que él tan bien representaba”.

Pepe Bravo era un hombre espiritual, interesado siempre por las preguntas eternas que inquietan al ser humano. Practicó el yoga y la meditación viajando por el mundo en busca de respuestas que calmasen su inquietud espiritual. Dedicado a la alimentación  vegetariana, amante del campo y la naturaleza, de su pueblo, Alozaina, y de su sierra, la Sierra de las Nieves, al fin, en su propia tierra encuentra su lugar en el mundo.

Aunque entonces no usábamos esa palabra, fue un “emprendedor” con voluntad de hierro que trabajó sin descanso; fue mecánico de maquinaria

industrial, montó cooperativas, creó e instaló talleres, trabajó en el campo
y, al final, fundó una fábrica textil. La fábrica, no sin dificultades, creció y
ofreció trabajo a muchos de sus vecinos hasta que llegó la llamada
“deslocalización industrial” y la producción marchó a Marruecos.

Desde muchos años antes de la puesta en marcha de La Casa de Acogida
su carácter solidario empujó a Pepe Bravo a ayudar a muchas personas y a
mantener abiertas las puertas de su propia casa familiar y, más tarde, de la
fábrica a todos aquellos que lo necesitaron, dando cobijo y amistad a todo
tipo de gente; vagabundos, personas desfavorecidas, amigos o grupos de
meditación.

Cuando Pepe Bravo se ve obligado a cerrar la fábrica textil, su sentido
espiritual, su carácter emprendedor y su abierta solidaridad le impulsan
hacia una idea firme: dar un uso social a la antigua fábrica textil. No pensó
en el bienestar material propio, no vendió una enorme propiedad por la
que habría obtenido un gran beneficio económico. Comenzó con sus
propias manos a transformar la fábrica textil. Pepe Bravo intentará
establecer una residencia para ancianos sin recursos y un hogar infantil
que no consigue culminar.

El nuevo milenio trae consigo el regalo de un encuentro entre un proyecto
ya consolidado y una idea que necesita ayuda para nacer. En el año 2000,

la Fundación Escuela de Solidaridad y Pepe Bravo acuerdan la creación de
la Casa de Acogida en la antigua fábrica textil que Pepe pone a disposición
del proyecto. Se trasladan a la Casa los primeros residentes desde su
centro en Valverde del Camino (Huelva), además de otros muchos que van
llegando derivados de diferentes recursos sociales.

Y pasan los años empujando el proyecto, trabajando sin descanso con la
satisfacción de ver crecer La Casa y a tantos y tantos residentes recuperar
sus vidas. Pero el 2 de Mayo de 2010 Pepe Bravo fallece. Todos sabemos
que no muere, su ejemplo y su espíritu viven para siempre en La Casa de
Acogida “Pepe Bravo” que su familia, con el mismo espíritu solidario que
Pepe Bravo, apoya colaborando personalmente en el proyecto. Este
hombre excepcional fallece de una rara enfermedad llamada Amiloidosis
que contraen 1 de cada 8 millones de personas.

Su espíritu, su ejemplo y su amor estarán siempre con nosotros dando
fuerza a los hombres y mujeres que encuentran en La Casa de Acogida
“Pepe Bravo” un hogar para recuperar sus vidas, y también para aquellos
amigos y personas que se acercan a ella, viéndola como un proyecto de
puertas abierta, como siempre la sintió y vivió su fundador.
Escrito por Andrés Méndez

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